La fotografía de paisajes es relajante, tranquilizadora, y
evoca la satisfacción de estar ante la belleza de lo natural, los recuerdos de
vacaciones, de salidas con amigos o los valores de un territorio. Pero, no por
ello ha de ser una fotografía estática. Muchas veces es inevitable dado que la
misma quietud del paisaje nos obliga, pero hemos de encontrar los recursos que
nos permitan dar dinamismo a éstas imágenes. El recurso más interesante es el
agua y muchas veces captar el movimiento del agua no está al alcance de las
capacidades de todas las cámaras y otras no está al alcance del fotógrafo. Es
por eso que debemos indagar en las capacidades de nuestra cámara y evitar los
automatismos. Controlar la cámara en el modo manual es fundamental para poder
extraer al máximo las posibilidades tanto técnicas como creativas.